sábado, 21 de julio de 2018

Andar sin avanzar


Hoy era uno de los días más tranquilos porque justo el viento se fue a otro lado. 
Por eso digo que a mí me parece que éste no es el ámbito más adecuado, y menos a esta hora que los animalitos están concentrados en su alimento y nadie debe molestarlos con tanto ruido

Por lo pronto parece que ellos ni se inmutaron ya que andaban por todas partes. No sé bien si eran turistas exploradores o si tenían la intención de vender en el Bosque Rebelde sus autos complicados. 
Da igual. Aquí nadie compraría esos artefactos.
No es que no fueran lo suficientemente novedosos, es que aquí no manejamos dinero. Sólo intercambiamos cosas. Pero a ellos eso no les interesaba (Ya me di cuenta) 

En un momento esos autos estrafalarios  remontaron vuelo, pero como los conductores no sabían qué botón pulsar, no pudieron aterrizar en la forma tradicional, entonces casi todos terminaron enroscados en los árboles. 

Cada quien, a lo largo de dos horas y treinta y dos minutos, se las ingenió para bajar, pero sin siquiera prestar atención a los otros conductores que también estaban tan atareados y concentrados como ellos para poder desenroscarse las ramas.

Lo paradójico es que estaban completamente concentrados en avanzar y ni miraban a los demás. Y paralelamente estaban tan pendientes de mirar hacia afuera que nunca lograron centrarse en su propio ser. 
¿Será por eso que terminaron tan complicados? 
Eso sí que no lo sé.

¡Qué extraña situación, porque mientras recorrían todo el Bosque Rebelde me parece que no avanzaron demasiado, aunque no pararan de andar!

En este caso, creo que haber ido a parar arriba de los árboles fue una sacudida para hacerlos detener... y pensar...
(Al menos un rato...) 
Bueno, dicen por ahí que no hay mal que por bien no venga ¿No?


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